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VOLVEMOS AL FEUDALISMO (CORREGIDO Y AUMENTADO)
En esta ocasión la monarquía no será hereditaria sino electiva y el monarca concederá muchos fueros a sus nobles vasallos en forma de Ducados que se llamarán Comunidades Autónomas.
Cada Ducado tendrá su corte con los correspondientes “Comites o Comes” (Condes) que formarán Comités como bien dice el nombre y se llamarán Cortes, Asambleas Legislativas y Consejos.
Los Duques parecerán ser elegidos por el pueblo, pero en realidad su elección seguirá un retorcido y complicado sistema de elección censitaria de manera que los Duques surgirán de las castas nobiliarias, de Condes y Marqueses. Como he dicho los Duques tendrán su Corte con sus Condes, Validos, Comendadores y leales hombres que lo apoyarán incondicionalmente. La sucesión en el Ducado será como la del Reyno.
Los nobles se postularán y harán uso de sus leales vasallos para imponerse sobre los demás en el acceso al control de la tribu, no del Ducado. Quienes venzan en la tribu, y formados sus respectivos séquitos de leales vasallos, formarán una terna para batirse en duelo de forma tal que a lo sumo tres Condes o Marqueses pugnarán por el Ducado. Sólo aquí el pueblo podrá optar entre la alternativa que se le presenta: el marqués de Miramolín o el de Miramolón.
No estará exento este reino feudal de figuras como las del Conde Duque, que será Duque en un Ducado y Conde del Rey en el Senado. Luego los Duques competirán entre sí, dentro de su tribu, de forma que los vencedores formarán nueva terna que competirá en las justas del Reyno, para suceder en el Trono Real.
La sucesión afortunadamente no se producirá a golpe de espada, sino pacíficamente: el pueblo votará.
Y se producirá la paradoja de que gobernarán dos Reyes: uno que será honorífico, su Majestad el Rey y otro que reinará, su Alteza Real.
Algunos considerarán que eso a lo que se llama democracia no lo es. Sin embargo no se atreverán a decir que nos hallamos en un estado feudal no sea que los empareden no sin antes declararlos herejes por ser políticamente incorrectos, y por ello a lo sumo, lo llamarán partidocracia.
Y cada Duque en su Ducado tendrá jurisdicción. Se dirá que los jueces son independientes pero en realidad habrá un órgano administrativo elegido por los Condes y el Duque que controlará el sistema de ascensos y su régimen disciplinario y así, de esta manera, evitándose el engorro de tener que juzgar todas las causas de su Señorío (pues serán encomendadas a sus Comendadores Feudales que tendrán por nombre Jueces y Magistrados), tendrá en sus manos el control de la justicia para que el Señor feudal pueda velar por sus legítimos intereses, en virtud del título nobiliario concedido por su Alteza Real el Presidente del Gobierno, que ya he dicho tendrá su corte con sus Condes y Conde-Duques en el Consejo de Gobierno, en el Congreso y en el Senado. Estará tan bien organizado, que el Congreso y el Senado, cortes nobiliarias, no tendrán potestad para vetar la voluntad de su Alteza Real, el Presidente del Gobierno, porque, para serlo, primero debe lograr mayoría en los órganos legislativos de la Corte.
Y ese Reino Feudal nos dirá que costumbres adoptar
Nos dirán cuándo, cómo, dónde y con quién copular para contra el sexto no atentar.
A los niños en sex(t)o educar e incitarles a todo probar; en el monte ni mear; en las bodas no fumar; y todos a su Alteza a venerar.
Las colillas al suelo no tirar, y al suelo no escupir no fuera que su hacienda vinieran a quemar. A caballo no estornudar y quien estornude, su nariz no ha de limpiar, porque vendrá raudo el alguacil, al caballero multar.
Este nuevo Reyno se dotará de un nuevo orden: sólo con licencia se podrá comerciar, y a cada cual se le extirpará aquélla parte del cuerpo con la que pudo pecar. Por pensar la cabeza, por mirar los ojos, por escuchar las orejas, por hablar la lengua, por yantar los dientes, por mostrar valor o lealtad el pecho, por trabajar las manos, por fornicar las partes y por amar… ¡ay de los que pequen por amar! A los que pequen por amar su corazón se ha de arrancar.
También se dotará a este Reyno de unos Comités Administrativos Conminatorios (CAC) dependientes del Conde respectivo del Reyno o del Ducado encargados de extirpar a los herejes aquellas partes del cuerpo con las que osaron pecar contra el buen orden público a fin de que no puedan volverlo hacer y de aquesta manera salvar sus almas. A los apestados y leprosos se les impondrá un cordón sanitario y a los que hablen demasido, un esparadrapo en la boca.
¡Oh! ¡Pero qué carrozas más lujosas! ¡Qué palacios! ¡Qué aventuras! ¡Qué navíos! ¡Qué excelencia! ¡Qué banquetes! ¡Qué trofeos! ¡Qué monterías! ¡Qué placeres, disfrutando de doncellas! ¡Cuánta liberalidad en el gasto! ¡Qué gusto dará ver a nuestros Grandes Hombres y a su Alteza Real, Rey de Reyes de la Nación de Naciones!